“Entre las enredaderas del teatro yo estaré aquí mientras ustedes ya habrán atravesado el telón inevitable de la muerte. Mientras que yo, yo continuaré esperando otro actor…”
¿Qué es el duende? Según la obra de Marcos Malavia y Piraí Vaca, basada en una conferencia de García Lorca, es un tercer árbol junto a las musas y la inspiración. El duende no existe donde no hay peligro de muerte. Es así como muchos artistas viven sus vidas: al borde del peligro, tambaleándose en una cuerda que a sus lados solo ofrece abismo.
Pareciera ser que, si no existe el riesgo a caer, no hay duende, no hay esa mágica experiencia de las artes del teatro, de la música. Parece que, si no hay dolor, no hay una necesidad profunda e incontenible, no existe aquello que nos mueve y nos despierta, que nos toca el corazón.
Es como que las musas sólo entregan perfección en un soplo escaso y que la inspiración vive de movimientos calculados, del orden y de la preparación para no caer. El duende sin embargo cae, se hiere, se ensucia.
“¡Es que esa voz no tiene duende!” gritan los cantaores flamencos. Cuya voz rasposa recuerda cuan cerca de la muerte más que de la vida está ese arte que coquetea con las expresiones más peligrosas del ser humano.
El Duende Andaluz es una puesta en escena magistral de teatro y música que explora la temática del arte desde el humor y el virtuosismo de las obras más emblemáticas del repertorio español para guitarra sola. Marcos Malavia, a través de su pulida técnica de clown, nos revela un personaje llamado Lolo, encantador por su aparente inocencia. Detrás de muecas y juegos que dialogan con su compañero Joselito “Contreras”, el artista detrás de la guitarra que busca a través de las mujeres y el alcohol una manera de soportar aquel “duende” que le aparece a cada nota, nos revela Lolo una sabiduría profunda e inspiradora.
El humor es un acceso directo a lo más profundo, una primera puerta para el espectador que luego de abrirla, se le revelan los momentos más trascendentes hacia el final de la obra. Después de todo, la muerte pone fin a los cuerpos, pero nunca a aquel entrañable personaje que vivirá a través de muchos cuerpos y funciones.
Zoran Vranjican