CREENCIAS ANDINAS: AICADURA Y PANCEADA

Extraído de El País

Aicadura, proviene del quechua “ayka”, que describe un padecimiento en los niños cuando estos tienen un cambio en su vida. Esta enfermedad se caracteriza por sus síntomas de diarrea, deshidratación, falta de apetito y pérdida de peso, por nombrar los más comunes.

Este mal que adquieren principalmente los niños, incluso dentro de la panza, es por inhalar malos olores entre otras cosas. Por ello la gente grande recomienda a las embarazadas y niños pequeños no ir a los velorios para que no tenga contacto con el “aire del muerto”, ni pasar por donde haya un animal en estado de descomposición. Otros aseguran que ese “aire del muerto”, es el alma de la persona fallecida que entra en un niño y lo consume por dentro, por eso es que hay que “hacer nacer de nuevo” al niño, para que su débil alma adquiera fuerzas y no deje lugar al alma usurpadora e intrusa.

Cuando la medicina no puede encontrar como contrarrestar esta enfermedad, se recurre a una persona que guarde la costumbre de la curación, alguien que sepa cómo hacer una panceada. Esta es un acto donde una persona sanadora lleva al niño aquejado envuelto en un poncho o manta negra hasta donde haya un animal, preferentemente una vaca recién faenada o el estómago de una llama. Puede ser un matadero o una carneada común, previamente avisados la esperarán con la vaca recientemente muerta, con todos sus órganos, pero abierta en el vientre. Una vez ahí, introducirá al niño aicado a la panza llena de bosta; a modo de simular un nuevo nacimiento, de ahí el nombre del procedimiento.

Como la vaca no puede dar leche al recién nacido, lo que se hace a veces, es darle un trago del líquido de la panza del animal al niño. Luego de este acto envolverá al niño en unas nuevas mantas oscuras y nuevas en lo posible como a un reciñen nacido, y se lo llevara a su hogar para seguir con un tratamiento de oraciones y limpieza de ser necesario. En nuestros tiempos todavía se guarda esta tradición y lejos de todo escepticismo, en contra de los razonamientos científicos de la medicina moderna y cuestionamientos espirituales personales, el niño se cura.

Esta y otras creencias de sanadores locales son muy comunes en las fronteras y en los pueblos en Bolivia, Perú y Argentina. Algunos comunarios advierten a los visitantes que tengan cuidado en las carreteras, incluso mencionan una hora específica en donde suelen muchas personas pueden experimentar sucesos extraños como que se topen con un yute en medio de la carretera o apariciones de animales y duendes que suelen hacer jugarretas que parecen inofensivas pero que tienen su lado misterioso.

Lo que está escrito a continuación es el testimonio de una ciudadana argentina que tuvo una experiencia particular, la cual te dejará pensando:

“Hace muchos años, cuando estaba embarazada de mi primer hijo, caminaba por un barrio de Jujuy y unas mujeres salieron al paso y no me dejaron avanzar por el camino. Me dijeron que había un perro muerto y señalaban mi panza. Yo no conocía el tema porque era nueva en la provincia y seguí adelante sin entender el enojo que manifestaban.”

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Buenas Vibras!

By: Alison Loza

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