LA INCLUSIÓN DE LAS PERSONAS CON DISCAPACIDAD EN EL MUNDO DE LA MODA

El cuerpo humano es la base sobre la cual la cultura despliega sus significados, asignándole una forma y un peso ideal, decorando la piel, agregándole ropajes y adornos, deformando ciertas zonas, comprimiendo ciertas zonas, y agrandando artificialmente otras, (Daniel Vidart y Anabella Loy).

Levantarse todos los días, abrir el closet, y preguntarse ¿qué me pongo hoy? A la hora de escoger una prenda, podemos pasar horas viendo, combinando, guardando o simplemente rabiando con lo que se tiene en el vestidor. Son diversos y complejos los significados que cargan la vestimenta a las personas en su cotidianidad.

Tanto la moda como los cuerpos son construcciones sociales que responden a modelos claramente identificados con un período histórico determinado, que presentan la necesidad de aceptación social, sexual e incluso laboral respectiva al sector social que lo adopte. Pensar en moda supera lo referente a la mera confección, a los materiales utilizados y a los estilos, supone el identificarla con diversas variables que juegan a su alrededor, y que le brindan un sentido específico, como ser el género, la edad, el nivel socioeconómico, la cultura, la subcultura, el nivel educativo, lugar de exposición, etc.

La moda y la discapacidad

La inserción y la participación de las personas con discapacidad en distintas áreas (educación, trabajo, turismo, entre otros) ha ido incrementando, ahora tiene demandas y expectativas con relación al consumo. En la industria de la moda pasa lo mismo. 

Sin embargo, encontrar una vestimenta que de significado al cuerpo con discapacidad, no es una tarea fácil. Para Klerk y Ampousah (2002), los atributos de la apariencia en la discapacidad generan varios inconvenientes en relación con el comportamiento del consumidor. Acceder a una tienda, no es una tarea fácil, cuando, por ejemplo, el individuo está en silla de ruedas. En su investigación con mujeres con discapacidad, las autoras relatan problemas de estilo y adaptación de la prenda al cuerpo, principalmente de productos como polleras y vestidos. Las soluciones pasan por el consumo de pantalones que generan funcionalidad y conforto. Otro punto desfavorable es que las prendas pensadas para discapacidad muchas veces son caras.

Mantener las apariencias y aliviar “un poco” las diferencias de los cuerpos es una de las funciones que marcan las prácticas del vestir. Sin embargo, en la discapacidad estas mismas prácticas parecen tener un elevado costo personal, donde para el individuo no es fácil disociarse de su condición para asumir la identidad de un ciudadano abstracto, cuando sale en búsqueda de un consumo conforme dicta su cuerpo. En general lo que encuentra son reacciones adversas de los demás frente a su deficiencia.

Cuerpos estigmatizados e invisibles que buscan visibilidad

Las personas con discapacidad buscan también a través de las prendas y accesorios una aceptación social. Pero a menudo se enfrentan con barreras en sus prácticas de consumo, tales como la falta de un diseño que genere funcionalidad, comodidad y estilo. La moda es un medio que puede lograr promover sentimientos de pertenencia y cambiar la percepción hacia a la discapacidad.

Hay que pensar en la indumentaria como un medio de autonomía, de interacción y de inclusión social. No se trata solo de prendas funcionales y que generen comodidad. La persona con discapacidad como cualquier consumidor tiene exigencias y quiere presentar su cuerpo, independientemente de su condición. Resaltar o esconder es un asunto que debe ser individual y no una condición segmentada por un mercado. La moda tiene la obligación de atender a distintos gustos y cuerpos, independientemente de cómo se presenta en la sociedad.

By: Carla Ticona Espinoza

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