Cuando eres menor de edad la música es otra cosa, te llega de forma diferente. Uno ve películas, conciertos en la tele y se imagina un mundo. Aprovecha de los conciertos grandes, en el stadium, en el Teatro al Aire libre, en los espacios municipales, donde se pueda.
Pero, ¿qué tipo de música es la que se les ofrece a los chicos de colegio?, ¿hay una verdadera oferta por parte de los espacios municipales y privados para los jóvenes que no sea el cantante de moda de reguetón o las bandas del exterior? Lamentablemente y con todo el conocimiento de causa me atrevo a decir que no y si es que pasa es realmente un milagro.
Eventos a nivel nacional gestionados de forma independiente como “Timpano íntimo” en Santa Cruz o “Llajta Rock” en Cochabamba son quizá algunos de los escasos ejemplos y ojo que estos son eventos auto gestionados que pueden o no tener colaboración de las autoridades, pero que indudablemente no son una iniciativa de quienes tienen en su poder espacios de difusión masivos y presupuesto para ejecutar.
Mucho de esto está relacionado con quienes tienen la difícil tarea de proponer actividades de difusión masiva en Bolivia, que como haría cualquiera gestionan eventos que incluyen la música que es de su agrado personal y organizan eventos que emanan de su propio criterio. Nuestras autoridades convocan para sus eventos masivos a bandas con años de trayectoria como Los Kjarkas, bandas siempre folclóricas o bandas de cumbia; los espacios para el resto son realmente limitados o directamente no existen, quizá porque las personas a cargo de la decisión de a quien contratar para sus eventos masivos tampoco conocen la oferta nacional de bandas fuera de la cumbia, el folclore y el reguetón. Considero que este es el gran cáncer para el crecimiento de la difusión musical boliviana en todos sus géneros.
Ph. Marcio Cornejo
Uno desarrolla el gusto por determinado estilo de música y por ciertos artistas en específico cuando es niño o adolescente, porque todos tenemos una canción para cada momento de la vida que en época de colegio es una montaña rusa. La canción de tu promo, la de tu primer amor, la de las primeras fiestas con tus amigos o la de tus viajes. Podría ser de un artista nacional pero no lo es y no es porque no conoces alguno. Entonces empiezas a creer que en tu país no se hace música, que todo lo que entra por tus oídos, sobre todo si es bueno, viene de afuera y eso además de ser una gran mentira es un desperdicio de esfuerzo para quienes estamos del otro lado buscando hacer de lo nuestro algo que perdure en el tiempo. Queremos que la gente con los años genere el mismo gusto por tu música que por la música que llega de otros lugares del mundo.
Hacer un cambio por parte de las autoridades por ahora es una utopía. Imaginar que la gente adulta de un día para el otro va a pagar por ver un evento con solo bandas nacionales cada fin de semana es un sueño imposible aún; cambiar la mentalidad de los más pequeños en cambio es más probable.
Ya sea mediante la iniciativa pública, y siendo más realistas, desde la privada; este podría ser un nicho de mercado interesante. La organización de eventos que incluyan en su grilla a artistas nacionales, pero dirigido a públicos jóvenes y menores de edad, eventos que se hagan en coliseos, en los patios del colegio y en las universidades son los que hacen falta para afianzar el lazo entre el público y el amplio abanico de artistas bolivianos que tienen productos dignos de exportar, de escuchar y de corear en vivo. Esto podría ser altamente beneficioso no solo para quienes hacen música en el país y buscan consolidar un público constante y perdurable en el tiempo, sino también para los educadores y para las autoridades que están en la obligación de buscar actividades recreativas positivas para los jóvenes.
Ph. Enrique Espinoza
Les aseguro que sería una gran experiencia para chicos de colegio asistir a conciertos constantes con bandas bolivianas y en el caso de las empresas privadas, también estoy segura de que los papás pagarían por entradas a festivales que ofrezcan entretenimiento saludable para sus hijos. Chicos que aún no pueden ingresar a clubes nocturnos se quedan sin la posibilidad de ver en vivo a sus artistas locales y con suerte los conocen cuando cumplen la mayoría de edad porque el hábito no ha sido inculcado a tiempo, sobre todo en las ciudades que no forman parte del eje troncal como Oruro, Potosí, Beni, Chuquisaca, Tarija y Pando. Asistir a un teatro con butacas tiene un gusto especial pero tampoco te da la experiencia de un concierto en vivo; un adolecente busca saltar, cantar a voz en cuello y divertirse.
Todas las bandas bolivianas estarían entusiasmadas con este tipo de proyectos que son los que hacen falta de verdad en nuestro país. Volcar toda nuestra atención a las nuevas generaciones (mientras más jóvenes mejor) es el camino que creo prudente para ver resultados a futuro que nos beneficien a todos. Ojalá alguien lo considere.
Joaquina Revollo
Buenas Vibras Bolivia