Retribuciones a la madre andina que engendra, nutre y protege la vida
Desde tiempos inmemoriales, los pueblos indígenas veneran la Tierra, personificada como la Pachamama, generadora de vida, la que protege, la que nos permite desarrollarnos y cuida de nosotros. Y es desde la invasión española al Tiwantinsuyo hasta la actualidad, que existen muchos investigadores, incluidos cronistas, que quedan encantados con la ritualidad dedicada a esta divinidad.
Recordemos al antropólogo Luis Girault y su libro Rituales en las regiones andinas de Bolivia y Perú, en el que describe a la Pachama como un ser dedicado a proteger y proveer. Pero también lo describe como un ser con necesidades. Al igual que los humanos, “tiene sentimientos; puede entender y ver, pero no hablar; tiene hambre y tiene sed”.
Agosto es un mes sinónimo de crisis para varios pueblos indígenas, porque en esta época escasean las lluvias, que afecta los sembradíos y pastizales. Este mes es donde la naturaleza expresa su decaimiento, su hambre y, a veces, enfermedad. “La Pachamama tiene hambre, abre su boca este mes, recibe todas nuestras ofrendas, hay que dar sin medir y luego ella nos entrega el doble. Es pedir a nuestra tierra para que se cumplan nuestros deseos y agradecer por todo lo que nos da”, afirma Apolinar Sanka de la Asociación de Amautas Tupac Katari de la Ceja de El Alto, en una entrevista realizada por El Diario.
La madre tierra es de dar, pero también espera recibir
Los pueblos andinos realizan un pago a la tierra para que esta no castigue, mantienen la creencia de que cuando la Pachamama se entristece o se enoja, envía heladas, sequías o puede enfermar a la gente. La enfermedad procede de una quiebra del orden natural, y la salud retorna cuando se corrige esa quiebra y se vuelve a la obediencia de las leyes naturales. Por eso los andinos, además de buscar la armonía con el orden natural, respetan, aman a las plantas, a los animales, a las montañas; y al amarlos, le expresan sus sentimientos dándole de su bebida y comida a la Pachamama. Para el antropólogo Manuel Marzal, el pago resulta funcional para la cultura campesina de Los Andes, pues no puede explicarse de otra manera su supervivencia. Es un rito de la religión popular agraria pre – incaica, que ha soportado la invasión de la religión y cultura de los incas y de los españoles.
Las expresiones paceñas de agradecimiento
La cultura es una red de significados, significados que no existen de forma independiente, solo en conjunto.
La relación entre la tierra y el paceño es una relación esencialmente mítica – religiosa, lleno de simbolismos que reflejan nuestros valores socioculturales, valores que sirven para representar la tierra: la fraternidad, hospitalidad, el sentido de solidaridad, el humanismo, el espíritu colectivo, … Constituyen nuestro armazón.
Este mes, no falta reuniones familiares alrededor de una fogata en la que se deposita una gran mesa como ofrenda a la Pachamama. Los elementos primordiales a cocción son dulces para “endulzar la tierra”, nueces “para pedir deseos”, hierbas aromáticas “para la salud”, pequeñas láminas doradas llamadas “pan de oro”, incienso, trozos de chancaca, canela, palo santo, hojas de coca; además de un feto de llama como “mensajero que lleva el agradecimiento y las peticiones”, nos explica doña Clara, una de las vendedoras del Mercado de las Brujas, ubicado en la calle Linares y Santa Cruz. Los precios de una ofrenda varían según el tamaño, desde las más chicas que tienen un costo desde los 20 bolivianos hasta las más grandes que pueden llegar a costar más de 500 bolivianos.
¿“Despachamamización”?
Estos rituales se celebran en el país desde hace siglos en las comunidades indígenas, aunque con los años se han ido adaptando y modificando, sobre todo las que se realizan en las ciudades.
En las áreas rurales se acude a las “apachetas”, lugares muy altos, montañas cercanas, siguiendo la idea del agradecimiento por la fertilidad de la tierra, para iniciar un nuevo ciclo agrícola próspero. Sin embargo, en las ciudades se celebra las llamadas «k’oachadas» o peticiones a la Madre Tierra, ofrecen las mesas no como retribución, sino como petición de salud, dinero y bienes.
Según el sociólogo Juan Van Kessel, el modo religioso del comunero de apreciar la tierra se está perdiendo de a poco. La modernización del campo, la escolarización de la juventud provocó una sensible pérdida de valores culturales andinos. En regiones de fuerte influencia modernizante vemos que el pago a la tierra y la ritualidad decae y puede llegar a desaparecer, la llama la “despachamamización” del campo, ¿qué opinas al respecto?
By: Carla Ticona Espinoza
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