EL TEJIDO, MEMORIAS DE LA REALIDAD SOCIAL ANDINA

Un arte que expresa una mezcla del presente y del pasado, de lo práctico y simbólico, de lo técnico y lo estético.

El proceso y acto de unir unos hilos con otros está presente en diversas manifestaciones de la naturaleza. Los nidos de los pájaros, la tela de las arañas, así como las raíces y ramas de diversos árboles, se tejen y entretejen para forman numerosas estructuras y funcionalidades. El ser humano, desde tiempos ancestrales e incluso antes de la agricultura, desarrolló esta capacidad buscando cubrir diversas necesidades.

El conocimiento y práctica textil posee larga data y tradición en el área andina. El valor de esta actividad sobrepasa la aparente función utilitaria que le atribuye el occidente, pues los tejidos poseen el rol de lenguaje social que organiza y comunica diversas dimensiones sociales y culturales de las comunidades que los elaboran.

Denis Arnold, en su libro “Hilos sueltos: los Andes desde el textil”, nos explica que el tejido constituye la expresión más compleja y más elaborada de la estética del mundo andino. Desde hace siglos, cada grupo étnico construye su estilo, su estética, utilizando formas, materias, diseños, colores y símbolos propios y/o compartidos. Sus tejidos, a parte de su valor artístico innegable, son llevadores de significaciones, pudiendo ser leídos e interpretados como una visión del mundo.

En el período del Imperio Inca y como herencia de una larga trayectoria y tradición textil de las comunidades andinas predecesoras, los textiles ostentaban el status de arte mayor andino y cumplían diversas e importantes funciones. En la vida sociopolítica andina los textiles desempeñaban un papel esencial, que iba mucho más allá de sus usos meramente utilitarios y ornamentales. Los tejidos integraban varios e inesperados contextos: ofrenda común en los sacrificios; símbolo de estatus personal; obsequio mortuorio, dote matrimonial o pacto de armisticio. Ningún acontecimiento político, militar, social o religioso era completo sin que se ofrecieran tejidos o fueran quemados, intercambiados o sacrificados.

Sin embargo, el arribo de los españoles al territorio de las poblaciones nativas, específicamente andinas, constituyó un hito que marca un antes y un después. Concretamente, la conquista y colonización en los Andes y el continente entero, se realizó en base a la invasión, usurpación y explotación económica de sus tierras y recursos, así como a la represión, subyugación y genocidio de su población. Una de las estrategias de conquista contempladas fue la alteración y destrucción de todas aquellas expresiones socioculturales propias de las comunidades de los Andes. De manera que todos aquellos objetos y actividades que a ojos españoles constituían espacios y soportes de representación propiamente andinas, se transformaron de pronto en portadores de idolatría, en objetos de memoria y en artículos de resistencia que era necesario destruir y prohibir.

Estos cambios y tensiones en los sistemas andinos de representación provocaron un momento de fuerte lucha ideológica y de resistencia, en los que si bien muchos soportes y espacios de visualización, principalmente de aquellos exhibidos más públicamente, fueron reprimidos y destruidos, muchos otros se transformaron. Dentro de los cuales, el conocimiento y la práctica textil constituye uno de aquellos espacios y soportes de representación que, en una dinámica de reelaboración, “ha podido subvertir todo aparato de poder colonizante de los españoles durante siglos”, (Arnold, 2007). De modo que el conocimiento y la práctica textil que mantienen vigentes diversos grupos de los Andes, conserva elementos culturales de aquello que se distingue como propiamente andino, a la vez que se relaciona de manera directa con la construcción y la reproducción de su realidad social y colectiva.

Sin duda alguna, los tejidos son una prueba de la historia y los cambios culturales que ha habido en el mundo andino. El tejido representa el encuentro con otras culturas, el sometimiento al dominio español y la permanencia de un lenguaje propio que si bien admitió elementos extranjeros conservó su esencia. Y hasta el día de hoy sigue siendo una reminiscencia del pasado, de la historia indígena y es el portal que pretende acercarse al mundo antiguo.

By: Carla Ticona Espinoza

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