LEYENDAS DEL TITICACA: PUMA DE PIEDRA

El lago Titicaca está ubicado en el Altiplano andino a una altitud promedio de 3812 msnm entre los territorios de Bolivia y Perú. Su nivel es irregular y aumenta durante el verano austral.

Este lago es el más alto y navegable de todo el mundo. Su nombre tiene un sonido cuanto menos peculiar en las lenguas que derivan del latín, pero su origen es mucho más lejano y misterioso. Pero además de ser una de las lagunas más impresionantes de la tierra y estar entre dos países Perú y Bolivia, como gran lago que es, tiene su propia leyenda.

La leyenda

Hace mucho tiempo, el lago Titicaca era un valle fértil poblado de hombres que vivían felices y tranquilos. Nada les faltaba, la tierra era rica y les procuraba todo lo que necesitaban. Sobre esta tierra no se conocía ni la muerte, ni el odio, ni la ambición. Los Apus, los dioses de las montañas, protegían a los seres humanos. No les prohibieron más que una sola cosa: nadie debía subir a la cima de las montañas donde ardía el Fuego Sagrado.

Durante largo tiempo, los hombres no pensaron en infringir esta orden de los dioses. Pero el diablo, espíritu maligno condenado a vivir en la oscuridad, no soportaba ver a los hombres vivir tan tranquilamente en el valle. Él se ingenió para dividir a los hombres sembrando la discordia. Les pidió probar su coraje yendo a buscar el Fuego Sagrado a la cima de las montañas. Entonces un buen día, al alba, los hombres comenzaron a escalar la cima de las montañas, pero a medio camino fueron sorprendidos por los Apus.

Éstos comprendieron que los hombres habían desobedecido y decidieron exterminarlos. Miles de pumas salieron de las cavernas y se devoraron a los hombres que suplicaban al diablo por ayuda. Pero éste permanecía insensible a sus súplicas. Viendo eso, Inti, el dios del Sol, se puso a llorar. Sus lágrimas eran tan abundantes que en cuarenta días inundaron el valle. Un hombre y una mujer solamente llegaron a salvarse sobre una barca de junco.

Cuando el sol brilló de nuevo, el hombre y la mujer no creían a sus ojos: bajo el cielo azul y puro, estaban en medio de un lago inmenso. En medio de esas aguas flotaban los pumas que estaban ahogados y transformados en estatuas de piedra. Llamaron entonces al lago Titicaca, el lago de los pumas de piedra.

Otro posible origen del nombre

Este es también un posible origen etimológico del nombre del lago. Titi, que significa gato o puma, y kaka, piedra, forman el nombre local que se le da ‘el lago de los pumas de piedra. Y lo cierto, es que curiosamente la forma del lago vista desde el espacio recuerda precisamente a un puma cazando. Otros apuntan el origen de su nombre al nombre de la isla Intikjarka, que derivada de las lenguas aymaras y quechuas y significan Inti (sol) y Kjarka (peñasco).

Pero las leyendas no se refieren solo a su nombre y del lago Titicaca se dice que esconde ciudades con abundante oro y plata, o que en sus aguas viven sirenas que atraen a la muerte con su canto.

Éstas y otras muchas historias fantásticas son el complemento ideal para navegar por estas aguas mágicas. Aunque como en todo, lo mundano y el haberse convertido en una atracción turística, le han quitado parte de su aire místico y legendario, eso sí, facilitando a los visitantes disfrutar de cruceros por el lago en lanchas de todo tipo, incluso algunas construidas a la antigua usanza, y numerosos hoteles con todo tipo de servicios.

By: Alison Loza

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